29 Septiembre
2016
del Sitio Web http://www.nationalgeographic.com.es/
Los gobernantes de la dinastía Serpiente
emplearon las armas y la diplomacia
para forjar una poderosa alianza
Máscaras procedentes de las tumbas de Calakmul, cuya
finalidad era facilitar el tránsito de la élite de
la dinastía Serpiente al otro mundo.
Estas piezas de jade verde, un material más valioso
que el oro para los antiguos mayas, evocan el ciclo
agrícola anual y la regeneración.
Juego de
pelota
Foto:
Ministerio de Cultura y Deportes de Guatemala.
Laboratorio
del Proyecto La Corona, Ciudad de Guatemala
Este relieve de La Corona, Guatemala, muestra al
futuro gobernante Serpiente Yuknoom Cheen II jugando
a la pelota durante una visita.
La fecha, indicada en los jeroglíficos: 11 de
febrero de 635.
Una vasta red
de alianzas
Foto:
CONACULTA y INAH de México
En el siglo VII de nuestra era, la dinastía
Serpiente gobernaba en la ciudad de Calakmul,
situada en el sur del actual México, desde esta
pirámide de 55 metros de altura, el edificio más
grande de su territorio.
Desde aquí tejieron una tupida red de alianzas.
Emblema de la
dinastía Serpiente
Foto:
CONACULTA, INAH, México
El glifo emblema de la dinastía de Serpiente aparece
por toda la región maya.
Escena
mitológica
Foto:
Ministerio de Cultura y Deportes de Guatemala
El friso de ocho metros de longitud hallado en la
ciudad-estado de Holmul representa una compleja
escena mitológica que sugiere fuertes lazos con la
dinastía Serpiente.
La figura central es el gobernante de Holmul que
falleció hacia 590 y fue enterrado en la tumba
decorada con este friso.
La imagen está compuesta por 130 fotogramas.
Tumba de
Trono Jaguar, El Perú
Foto: David
Conventry
Hacia 656 fue enterrado en la ciudad-estado de Waka el
soberano Trono Jaguar aliado de la dinastía Serpiente. Su tumba contenía
figurillas de cerámica pintada de entre 10 y 23 centímetros de altura con las
que se representaba un ritual mítico de ultratumba. El gobernante Serpiente Yuknoom Cheen II (fila superior,
izquierda) desempeñaba el papel de rey. Su hija, Lirio Acuático Mano invoca a un ciervo mágico (fila
inferior, izquierda) que reza por la resurrección espiritual de los difuntos. Entre los participantes están la viuda del rey y otros
cortesanos.
Para un observador poco atento, la antigua ciudad de Holmul
no es más que una serie de colinas empinadas y cubiertas de vegetación en medio
de la selva septentrional de Guatemala, cerca de la frontera con México. Aquí, en la cuenca del Petén, la selva es densa y cálida,
pero más seca de lo que cabría esperar. Y silenciosa, excepto por el canto de
las cigarras y alguna que otra llamada de los monos aulladores.
Pero si inspeccionas estas colinas con detenimiento, puedes
advertir que la mayoría están dispuestas en enormes círculos concéntricos. Y si las observas con más detalle aún, ves que determinadas
partes son de piedra tallada, y que algunas presentan túneles excavados en sus
laderas. En realidad no son colinas, sino antiguas pirámides
abandonadas tras la caída de la civilización maya hace un milenio.
Este lugar fue un próspero asentamiento durante el período
Clásico maya (250-900 d.C.), una época en que la escritura y la cultura
florecieron en lo que hoy es América Central y el sur de México. Pero también
fueron tiempos de agitación política: dos ciudades-estado estaban enzarzadas en
una eterna guerra por la supremacía.
Durante un breve lapso de tiempo, una de esas
ciudades-estado se impuso a la otra y se convirtió en lo más parecido a un
imperio dentro de la historia maya. Al mando estaban los gobernantes de la dinastía Kaanul, o
Cabeza de Serpiente, cuya existencia nadie conocía hasta hace unas pocas
décadas. Gracias a los yacimientos próximos a esta ciudad-estado, incluido el
de Holmul, los arqueólogos están recomponiendo la historia de los soberanos
Serpiente.
El yacimiento de Holmul no es tan grande y famoso como el de
la cercana Tikal, y pasó desapercibido para los arqueólogos hasta que en el año
2000 llegó Francisco Estrada-Belli. Este guatemalteco nacido en Italia no iba en busca de nada
espectacular - como pueden ser las tablillas con escritura del período Clásico
o una tumba ricamente ornamentada - solo pretendía profundizar en las raíces de
la cultura maya.
Una de las primeras cosas que halló fue un edificio situado
a pocos kilómetros de lo que parecía ser el núcleo central de pirámides de
Holmul. En él había restos de un mural en el que se representaban
soldados peregrinando hacia algún lugar.
Construcción por capas de las pirámides
Curiosamente, algunas partes del mural estaban destruidas,
aparentemente por obra de los propios mayas, como si hubiesen querido borrar la
historia narrada en aquella pintura. Para saber el porqué, Estrada-Belli excavó túneles en varias
pirámides cercanas. Los antiguos mesoamericanos construían sus pirámides por
capas, una sobre otra, como si fueran matrioskas rusas.
Cuando añadían una nueva fase a la construcción, preservaban
la que quedaba debajo, y eso ha permitido a los investigadores adentrarse en
ellas mediante túneles y observar las estructuras previas casi intactas. En 2013, Estrada-Belli y su equipo entraron en una de las
pirámides más grandes siguiendo una antigua escalinata hasta la entrada de una
construcción ceremonial.
Allí, sobre la entrada a una tumba, descubrieron un friso de
ocho metros de largo magníficamente conservado. Los frisos de estuco son piezas frágiles e infrecuentes. En
este aparecen tres hombres - uno es un dirigente de Holmul - saliendo de las
bocas de unos extraños monstruos flanqueados por criaturas del inframundo y
enlazados por dos serpientes gigantes con plumas. Una representación cargada de simbolismo.
Al observar el friso, Estrada-Belli se dio cuenta de que
había unas inscripciones grabadas en la base: una línea de caracteres - glifos
- en la que se enumeraba a los gobernantes de Holmul.
Cuando reparó en uno de los glifos de la parte central, supo
inmediatamente que estaba ante el descubrimiento más emocionante y
significativo de su carrera: una serpiente sonriente. "Vi el (nombre de los) Kaanul. De repente nos
encontramos inmersos en la parte más emocionante de la historia maya." La historia del descubrimiento de los Kaanul, o Serpiente, y
su intento de crear un imperio empieza en Tikal, la ciudad de sus enemigos más
acérrimos.
Tikal, que dominó las tierras bajas mayas durante siglos,
también ha dominado la arqueología maya desde la década de 1950. La extensa urbe llegó a tener una población de 60.000
habitantes, y sus elegantes edificios debieron de impresionar a los visitantes
del año 750 d.C. tanto como a los turistas actuales. La ciudad también albergaba cientos de estelas de piedra
magníficamente talladas.
Gracias a las inscripciones que contienen, los científicos
reconstruyeron la historia de Tikal hasta su caída en el siglo IX. Sin embargo,
quedaba un extraño vacío, aproximadamente entre los años 560 y 690, un período
carente de estelas y en el que apenas se construyó nada. Desconcertados ante esos 130 años de silencio, los
arqueólogos denominaron a ese período el hiato de Tikal, todo un misterio
dentro de la historia maya.
Ese vacío lo empezaron a llenar en la década de 1960, cuando
advirtieron que había un extraño glifo que se repetía en diversos yacimientos
del período Clásico:
una cabeza de serpiente con sonrisa burlona y rodeada de
unas marcas relacionadas con la realeza.
En 1973, la arqueóloga Joyce Marcus lo identificó como un
glifo emblema:
unas palabras que designaban a la ciudad y el título de sus
mandatarios, algo así como un escudo de armas.
Marcus se preguntó si ese glifo estaría relacionado con el
hiato de Tikal.
¿Acaso la ciudad fue conquistada por guerreros desconocidos?
En ese caso, ¿de dónde venían, y cómo era posible que los
arqueólogos no los conocieran?
La selva del Petén es tórrida durante la estación seca y
prácticamente infranqueable durante la estación húmeda. Está infestada de
plantas e insectos venenosos, y también de narcotraficantes armados que pueden
ser muy peligrosos.
Aun así, Marcus exploró la zona durante meses, visitando
ruinas y fotografiando glifos.
Adondequiera que fuese, veía referencias a la serpiente
sonriente, sobre todo en el área que hay alrededor de la antigua ciudad de
Calakmul, situada en lo que hoy es México, cerca de la frontera sur.
"Estos lugares satélite mencionaban esta ciudad como su
centro, que de algún modo era algo así como un agujero negro - explica Marcus.
Era el núcleo de una red de sitios circundantes, todos ellos
equidistantes de Calakmul."
Cuando llegó a Calakmul, cuyas dos pirámides centrales eran
bien visibles desde el aire, se quedó maravillada por su tamaño: en otra época
vivieron allí unas 50.000 personas. Había estelas por todas partes, pero la
mayoría estaban borradas.
La piedra caliza era tan blanda que los siglos de erosión
las habían dejado lisas. Solo encontró dos glifos de serpientes en la ciudad.
El misterio de las serpientes animó al joven investigador
británico Simon Martin a recopilar toda la información que pudo referente a los
glifos de serpientes procedentes de Calakmul y de otros yacimientos menores.
Aprovechó los datos sobre batallas e intrigas políticas de
todo el mundo maya para componer un retrato de los gobernantes Serpiente y su
dinastía.
"Lo que sabemos de Tikal procede de la propia Tikal.
En cambio en el caso de Calakmul, lo que sabemos de aquella
gente proviene de los demás - dice Martin. Fue como si se materializara a
partir de la nada.
Poco a poco, el significado de todos estos hallazgos
inconexos empezó a apuntar en la misma dirección."
Martin y el arqueólogo Nikolai Grube acabaron publicando un
libro, 'Crónica de los Reyes y Reinas Mayas', en el que describen las
interrelaciones entre los diferentes reinos mayas.
En el centro de aquel mundo, y durante un siglo prodigioso,
brillaron los reyes Serpiente.
Al igual que Marcus, Martin afirma que el reino de la
dinastía Serpiente fue una especie de agujero negro que absorbió a todas las
ciudades del entorno y creó lo que quizá pudo ser un imperio maya.
Huelga decir que quedan muchas preguntas sin resolver acerca
de esta dinastía:
cómo vivían, cómo gobernaban, cómo luchaban, e incluso si
todos ellos existieron en realidad.
A finales del siglo V, la ciudad-estado de Tikal era una de
las más poderosas de la región.
Los arqueólogos sospechan que ostentaba esa posición gracias
a la ayuda de Teotihuacán, una ciudad mucho más grande situada en lo alto de
las montañas que hay 1.000 kilómetros al oeste, cerca de la actual Ciudad de
México.
Durante siglos estas dos ciudades influenciaron la
arquitectura, la pintura, la alfarería, las armas y el urbanismo mayas. Pero
todo cambió en el siglo VI, cuando Teotihuacán se desentendió de la región maya
y abandonó Tikal a su suerte.
Entonces entró en escena la dinastía Serpiente.
Nadie sabe con certeza de dónde vinieron:
no hay pruebas de su gobierno en Calakmul antes del año 635.
Algunos expertos piensan que cientos de años antes del
período Clásico iban de un lugar a otro, creando una megaciudad tras otra. Pero
no son más que conjeturas.
Los primeros glifos de serpientes claramente identificables
parecen ser los hallados en Dzibanché, una urbe del sur de México, 125
kilómetros al nordeste de Calakmul.
Independientemente de dónde estuvieran asentados los Señores
Cabeza de Serpiente, sabemos que desde principios del siglo VI dos gobernantes
sucesivos se dieron cuenta de que Tikal era vulnerable y tuvieron la audacia de
pugnar por el control político.
El primero, Piedra Mano Jaguar, se pasó años haciendo
visitas diplomáticas por las tierras bajas de la región maya.
Aquellas visitas tal vez nos parezcan inocentes ahora:
para concertar un matrimonio, para participar en un partido
de juego de pelota o quizá simplemente para dejarse ver y saludar.
Pero así era como se producían a veces las conquistas en el
mundo maya:
ofreciendo regalos, presentando tus respetos y estableciendo
alianzas estratégicas.
En este aspecto, parece ser que no había nadie mejor que los
Serpiente.
Caracol, aliada sudoriental de Tikal, no tardó en pasarse al
bando de los Serpiente, al igual que Waka, una belicosa ciudad situada al
oeste.
Con paciencia, los gobernantes de la dinastía Serpiente
fueron ganándose la lealtad de otras ciudades al norte, al este y al oeste de
Tikal, hasta formar una enorme pinza para atenazar al enemigo. Piedra Mano Jaguar y sus aliados por fin estuvieron en
condiciones de conquistar Tikal, pero el Señor Serpiente murió antes de que sus
maniobras políticas dieran sus frutos. La tarea quedó en manos de su sucesor
(que tal vez fuera su hijo), Testigo del Cielo.
El joven debía de tener una presencia imponente. De
constitución fuerte, en su cráneo se acumulaban las cicatrices, fruto de un
sinfín de batallas. Según las inscripciones de un altar de Caracol, Testigo del
Cielo acabó con el reinado de Tikal el 29 de abril de 562.
El gobernante había colocado todas sus piezas en el tablero
y por fin dio el golpe. Condujo el ejército Serpiente desde Waka hacia el este,
mientras que las fuerzas de Caracol, las de la ciudad-estado de Naranjo y tal
vez las de Holmul avanzaron hacia el oeste.
Los Serpiente y sus aliados tomaron rápidamente Tikal, la
saquearon y probablemente sacrificaron a su rey con un hacha de piedra sobre su
propio altar. Es probable que fuera en aquel momento cuando los habitantes de
Holmul, en señal de lealtad a los gobernantes Serpiente, destruyeron casi por
completo el mural que Estrada-Belli encontraría 14 siglos después, en el que se
honra a Tikal y a Teotihuacán. El reinado de la dinastía Serpiente acababa de empezar. Los
siguientes 30 años de la historia maya son confusos...
Gracias a los arqueólogos Enrique Nalda y Sandra Balanzario,
sabemos que Testigo del Cielo murió un decenio después de su victoria, cuando
tenía poco más de 30 años. En 2004 abrieron una serie de tumbas en una pirámide de
Dzibanché, en las que hallaron una aguja de hueso empleada para rituales de
sangre junto con máscaras de jade, obsidiana y perlas.
En la aguja hay una inscripción que reza:
"Esta es la ofrenda de sangre de Testigo del
Cielo".
De los ocho miembros de la dinastía Serpiente que gobernaron
durante el hiato de Tikal, este es uno de los dos cuyos restos se han
encontrado.
La siguiente aparición de los Señores Serpiente se produjo
mucho más al oeste, en la espectacular ciudad de Palenque.
Al contrario que Tikal y Calakmul, ciudades más áridas
situadas en las tierras bajas, Palenque era refinada y sofisticada, con
elegantes pirámides revestidas de estuco y un observatorio erigido al pie de
las colinas que conducen al golfo de México y al altiplano. No era una ciudad grande - quizá tenía unos 10.000
habitantes - pero era un centro cultural y la puerta de acceso para el comercio
hacia el oeste, un objetivo primordial para una potencia joven y ambiciosa.
El pueblo de los Serpiente estaba entonces liderado por un
gobernante llamado Serpiente Enrollada que, al igual que sus predecesores,
invadía mediante alianzas. La reina de Palenque, Corazón del Sitio del Viento, defendió
la ciudad contra el ataque de los Serpiente, pero se rindió el 21 de abril del
599.
El ataque a Palenque
Semejante tendencia expansionista era rara entre los mayas
del período Clásico, a quienes se suele describir como belicosos y
desorganizados, centrados en sus propios territorios y sin mayores ambiciones.
Pero los Serpiente eran distintos.
"El ataque a Palenque formaba parte de un plan mayor -
sostiene Guillermo Bernal, epigrafista de la Universidad Nacional Autónoma de
México. No creo que se movieran por razones de índole material, sino
ideológicas. Los Kaanul pretendían crear un imperio." La idea de la creación de un imperio es controvertida entre
los arqueólogos especializados en la cultura maya.
Para muchos, el concepto es inverosímil desde el punto de
vista cultural y geográfico. Sin embargo, en el caso de la dinastía Serpiente,
es difícil no ver un patrón expansionista. Forjaron alianzas con las ciudades más grandes del este,
conquistaron las del sur y establecieron relaciones comerciales con pueblos del
norte. Palenque era el confín occidental del mundo maya. Pero sin caballos ni ejércitos permanentes, ¿cómo pudieron
mantener el poder?
Ejercer el dominio sobre una región tan vasta, quizá tan
extensa como Castilla y León, exigía un tipo de organización sin precedentes
entre los mayas. También requería una nueva capital, un lugar más próximo a las
ciudades del sur, ricas en jade. Dzibanché estaba a 125 kilómetros de Calakmul, una distancia
enorme para recorrerla a través de la tupida selva. El traslado a la nueva capital de Calakmul no está
documentado, pero en el año 635 los Serpiente erigieron un monumento en el que
se declaraban señores de la ciudad tras destronar a la dinastía Murciélago.
En menos de un año, el más grande de los gobernantes
Serpiente, y quizás el más grande de los reyes mayas, ascendió al trono. Se
llamaba Yuknoom Cheen II, también conocido a veces como el Asolador de
Ciudades.
Testigo del Cielo y Serpiente Enrollada habían sido hábiles
conquistadores, pero Yuknoom Cheen era un auténtico soberano. Al igual que Ciro en Persia o Augusto en Roma, tuvo la
astucia de enfrentar unas ciudades con otras - sobornando a unos y amenazando a
otros - mientras consolidaba su dominio en las tierras bajas mayas como ningún
otro rey maya había logrado antes.
Y mantuvo este equilibrio político durante 50 años.
La mejor manera de entender a un señor tal vez sea
conociendo a su sirviente. Del mismo modo, la mejor manera para entender un
imperio a menudo es observando las ciudades vasallas. Y el vasallo más
interesante de los Serpiente quizá sea la pequeña ciudad de Saknikte.
A principios de la década de 1970 los arqueólogos se
encontraron con que en el mercado negro circulaban unos paneles de piedra
magníficamente tallados en los que aparecían dispersos los glifos de la
serpiente sonriente, y bautizaron aquel lugar desconocido en el que los
saqueadores habían encontrado las piezas como Sitio Q, que se convirtió en una
especie de Santo Grial para algunos arqueólogos como Marcello Canuto.
Una tarde de abril de 2005, mientras inspeccionaba un lugar
de la selva del Petén llamado La Corona, Canuto se metió en una zanja abierta
por saqueadores en una pirámide y vio en la pared una pequeña superficie de
piedra labrada. "Era una inscripción", dice. Bajo la tierra y la vegetación estaban los relieves más
hermosos que jamás había visto sobre el terreno. "En cuanto acabamos de limpiarlos, dijimos: 'Este es el
Sitio Q'." Canuto no ha salido de allí desde entonces.
Saknikte, nombre maya del yacimiento, parece que gozaba de
un estatus especial durante el reinado de la dinastía Serpiente. Sus príncipes
acudían a Calakmul para recibir educación, y tres de ellos se casaron con
princesas Serpiente. A diferencia de la belicosa ciudad de Waka, Saknikte no se
enzarzó en muchas batallas. Sus reyes tenían nombres agradables como Perro Alegre,
Gusano Blanco o Pavo Rojo. Los paneles muestran a aristócratas bebiendo y
tocando la flauta.
Por lo que cuentan los relieves hallados por el equipo de
Canuto, Yuknoom Cheen visitó la ciudad poco antes de que la capital de los
Serpiente se trasladara oficialmente a Calakmul. El elegante retrato muestra a Yuknoom Cheen sentado, con
aspecto relajado, mirando hacia un lado mientras el rey de Saknikte lo observa. Saknikte no era el único lugar en donde los Serpiente
estaban tejiendo su red de influencias. El nombre de Yuknoom Cheen aparece por
toda la región maya. A su hija, Lirio Acuático Mano, la casó con un príncipe de
Waka, y finalmente acabó siendo una poderosa reina guerrera. Colocó nuevos reyes en Cancuén, al sur, y en Moral-Reforma,
a casi 160 kilómetros al oeste. En Dos Pilas sometió al hermano del nuevo rey
de Tikal y lo convirtió en un fiel vasallo.
Además, estableció una nueva ruta comercial en la zona
occidental de su reino, lo que le permitió conectar a diversos aliados. Los
científicos han apreciado un fenómeno extraño en estas ciudades vasallas. Parece que ciertos aliados no contaban con sus propios
glifos emblema, y que sus reyes, pese a aparecer suntuosamente ataviados,
dejaban de emplear títulos reales una vez que se aliaban con la dinastía
Serpiente.
Por su parte, los reyes Serpiente de Calakmul adoptaron un
título más pomposo:
kaloomte, Rey de reyes.
"Pienso que cambiaron la forma de hacer política y que
crearon algo bastante nuevo - dice el arqueólogo guatemalteco Tomás Barrientos,
codirector de Saknikte - Personalmente, lo veo como un avance en la historia
maya."
Durante aquellos años los gobernantes Serpiente vigilaban
Tikal, su antigua enemiga, que repetidamente trataba de rebelarse y vengarse.
En 657, tras reforzar a sus aliados, Yuknoom Cheen y un rey
títere de la zona llamado Dios que Golpea el Cielo aplastaron Tikal.
Transcurridas dos décadas Tikal volvió a sublevarse, y el rey Serpiente
orquestó de nuevo su derrota y, de paso, mató a su rey.
¿Cómo es posible que Tikal todavía fuera capaz de desafiar a
una dinastía aparentemente omnipotente? Los expertos dicen que los reyes mayas tenían que ser
cuidadosos a la hora de mantener sus alianzas y que a menudo dejaban con vida a
los reyes derrotados.
Podría ser que las batallas mayas del período Clásico fuesen
más bien ceremoniales. O que tal vez los aliados de los reyes vencidos,
temiendo por sus vidas, abogaran por la clemencia. O quizá se deba a que los
reyes mayas normalmente no tenían ejércitos tan grandes como para arrasar una
ciudad. Cualquiera que fuese la razón, Yuknoom Cheen desplegó una
refinada maniobra política: convocó una cumbre de paz con el nuevo rey de
Tikal.
Entonces aprovechó para presentar a su sucesor (y probable
hijo), Garra de Fuego, que en el futuro habría de heredar el reino. Y acabaría
perdiéndolo para siempre. Yuknoom Cheen murió aproximadamente a la avanzada edad de 86
años. La mayoría de los habitantes de Calakmul vivía, con suerte, la mitad de
años, pero sus reyes llevaban una vida cómoda; incluso tenían una dentadura
excelente, porque solo comían tamales tiernos.
La malnutrición afectaba a las clases más pobres, mientras
que las élites podían tener sobrepeso e incluso algunos pudieron padecer
diabetes. Hay quien sugiere que Garra de Fuego era uno de estos.
Probablemente ya gobernaba mucho antes de morir su padre, pero no estuvo a la
altura de su predecesor. A pesar de las numerosas y aplastantes derrotas, Tikal
volvió a alzarse en 695. Esta vez dirigía la ciudad un joven rey con el
ostentoso nombre de Dios que Limpia el Cielo. Garra de Fuego reunió otro ejército Serpiente para
enfrentarse al advenedizo de Tikal.
No se sabe qué ocurrió exactamente aquel día de agosto, pero
los Serpiente sufrieron una derrota fulminante.No se sabe qué ocurrió exactamente aquel día de agosto, pero
los Serpiente sufrieron una derrota fulminante. Pocos años después, con su
reinado haciendo aguas, Garra de Fuego murió y se llevó consigo el sueño de
crear un imperio Serpiente.
La mayoría de los arqueólogos sostiene que la dinastía
Serpiente nunca se recuperó, pero siguió ejerciendo su influencia. En 711 la
ciudad de Naranjo, la aliada más fuerte de los Serpiente, todavía le declaró su
lealtad. A mediados del siglo VIII la dinastía había perdido su
poder.
Una ciudad vecina de Calakmul incluso erigió una estela para
celebrar el retorno de los reyes Murciélago, en la que un guerrero pisotea una
serpiente. Durante el siglo siguiente, Tikal se dedicó a represaliar a
las ciudades-estado que habían apoyado a los soberanos Serpiente:
Waka
Caracol
Naranjo
Holmul
No obstante, Tikal jamás llegaría a lograr el poder
alcanzado por los Serpiente, y a mediados del siglo XI los mayas estaban
sumidos en el desastre.
Ya fuese por la superpoblación, la inestabilidad o las
pertinaces sequías, las ciudades mayas del período Clásico cayeron en el caos y
acabaron siendo abandonadas. ¿Podrían haber evitado los gobernantes Serpiente aquella
caída? ¿Qué habría sucedido si Garra de Fuego hubiera sometido a Tikal en 695? Yo creo que el colapso se pudo evitar - afirma David
Freidel, el arqueólogo que dirige las excavaciones de Waka.
La incapacidad de unificar la zona central del mundo maya
bajo un único poder fue una causa fundamental de la anarquía, del estado de
guerra perpetuo y de la vulnerabilidad ante la sequía."
Quizás algún día sepamos la respuesta. Hace 40 años los miembros de la dinastía Serpiente eran un
rumor. Hace 20 años se los consideraba simplemente señores de Calakmul. Hoy sabemos que gobernaron el más extenso y poderoso reino
maya que hubo jamás.
Una tarea muy lenta
Así es el trabajo de la arqueología: desesperantemente
lento. Juntando pequeños fragmentos, los expertos intentan recomponer una
imagen coherente del pasado. Y a menudo esos expertos disienten entre sí. Ramón Carrasco, un arqueólogo que supervisa el yacimiento de
Calakmul, opina que la dinastía Cabeza de Serpiente nunca vivió en Dzibanché y
nunca perdió el poder.
Ha trabajado con Simon Martin y otros investigadores y ha
visto los mismos indicios, pero ha extraído conclusiones diferentes. Por eso los arqueólogos continúan buscando pruebas. En 1996,
Carrasco estaba excavando la estructura más grande de Calakmul, una esbelta
pirámide datada de antes del año 300 a.C.
Casi en la cima, mientras limpiaba y extraía cuidadosamente
unas piedras, descubrió los restos de un cadáver. Y debajo de él, una cámara.
"Levantamos la tapa y pudimos ver lo que había debajo.
Hallamos algunos huesos, ofrendas y el polvo acumulado por el tiempo".
Excavar la tumba llevó nueve meses.
Cuando Carrasco por fin entró en ella, supo que acababa de
hallar los restos de un rey poderoso.

Garra de
Fuego
Foto:
CONACULTA, INAH. México.
Museo
Arqueológico de Campeche Fuerte de San Miguel
La reconstrucción de la que posiblemente fue la tumba de
Garra de Fuego, muerto en 697, incluye cuentas de jade y de concha sobre un
sudario y parte de la cerámica enterrada con él en Calakmul. l cadáver estaba envuelto en un delicado chal y recubierto
con abalorios. No estaba solo: una mujer joven y un niño habían sido
sacrificados y depositados en una cámara cercana.
El cuerpo del rey, explica Carrasco,
"estaba cubierto de barro y polvo. Se veían algunos
abalorios de jade, pero no se veía la máscara". Entonces sacó un cepillo y empezó a limpiarlo con suavidad.
"Lo primero que vi fue un ojo que me observaba desde el
pasado". Aquel ojo formaba parte de una hermosa máscara de jade
destinada a honrar al rey en el más allá.
Los análisis posteriores revelaron que se trataba de un
hombre fornido, tal vez incluso gordo, que presentaba osificación en los
ligamentos vertebrales. La tumba estaba elegantemente decorada.
Al lado había un tocado de jade, en cuyo centro se había
insertado en otro tiempo la garra de un jaguar.
Y al lado del tocado, un plato de cerámica con una serpiente
sonriente y la inscripción,
"Plato de Garra de Fuego".
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